Lao Tze dijo:
El estado de sabiduría no tiene nada que ver con el gobierno de los
demás, sino que es un asunto de ordenarse a sí mismo.
La nobleza no tiene nada que ver con el poder y el rango, sino que es un
asunto de autorrealización; lograr la autorrealización, y el mundo entero está
dentro de uno mismo.
La felicidad no tiene nada que ver con la riqueza y la condición social,
sino que es un asunto de armonía.
Quienes saben suficiente para disminuir la importancia del yo y
considerar la ligereza del mundo están próximos al Camino.
Por ello he dicho: «Alcanzando el extremo del vacío, conservando la
calma definitiva, mientras millones de seres actúan en concierto, de ahí
observo el retorno.»
El Camino moldea a miríadas de seres, pero continúa sin tener forma.
Silencioso e inmóvil, abarca totalmente lo desconocido indiferenciado.
Ninguna vastedad es suficientemente grande para estar fiiera de él,
ninguna cosa diminuta es suficientemente pequeña para estar dentro de él.
Carece de morada, pero da origen a todos los nombres de lo que existe y
de lo que no existe.
Las verdaderas personas lo encarnan a través del vacío abierto,
facilidad ecuánime, inteligencia clara, flexibilidad elástica, pureza no
adulterada y simplicidad llana, sin enredarse en las cosas.
Su virtud perfecta es el Camino del cielo y de la tierra, por ello son
llamadas verdaderas personas.
Las verdaderas personas saben cómo disminuir la grandeza del yo y la
pequeñez del mundo; estiman el autogobierno y desdeñan gobernar a los demás.
No permiten que las cosas perturben su armonía, no dejan que sus deseos
molesten sus sentimientos.
Ocultando sus nombres, se esconden cuando el Camino está en acción y
aparecen cuando no lo está.
Actúan sin argucias, trabajan sin esfuerzo y saben sin intelectualizar.
Apreciando el Camino del cielo, aceptando el corazón del cielo, respiran
la oscuridad y la luz, exhalando lo viejo e inhalando lo nuevo.
Se cierran junto con la oscuridad y se despliegan con la luz.
Se enrollan y se desenrollan con firmeza y flexibilidad, se contraen y
se expanden con oscuridad y luz, tienen la misma mente que el cielo y el mismo
cuerpo que el Camino.
Nada les complace, nada les produce dolor; nada les da placer, nada les
disgusta.
Todas las cosas son misteriosamente lo mismo; no hay nada correcto ni
equivocado.
Quienes son físicamente heridos por las torturas de las condiciones
climáticas extremas se encuentran con que el espíritu es sofocado cuando el
cuerpo está exhausto.
Quienes son heridos psicológicamente por las aflicciones de las
emociones y de los pensamientos se encuentran con que el cuerpo es abandonado
cuando el espíritu está exhausto.
Por ello, las verdaderas personas vuelven deliberadamente a la esencia,
confiando en el apoyo del espíritu, y alcanzando de esta manera la plenitud.
Así pues, duermen sin sueños y se despiertan sin preocupaciones.
Recebi de Kassandra Orama
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