Había una vez un hombre que pertenecía a la secta del Loto Blanco.
Muchos, deseosos de dominar las artes tenebrosas, lo tomaban por
maestro.
Un día el mago quiso
salir. Entonces colocó en el vestíbulo un tazón cubierto con otro tazón y ordenó
a los discípulos que los cuidaran. Les dijo que no descubrieran los tazones ni
vieran lo que había adentro.
Apenas se alejó,
levantaron la tapa y vieron que en el tazón había agua pura y en el agua un
barquito de paja, con mástiles y velamen. Sorprendidos, lo empujaron con el
dedo. El barco se volcó. De prisa lo enderezaron y volvieron a tapar el
tazón.
El mago apareció
inmediatamente y les dijo:
-¿Por qué me han
desobedecido?
Los discípulos se
pusieron de pie y negaron. El mago declaró:
-Mi nave ha zozobrado
en el confín del Mar Amarillo. ¿Cómo se atreven a engañarme?
Una tarde, encendió en
un rincón del patio una pequeña vela. Les ordenó que la cuidaran del viento.
Había pasado la segunda vigilia y el mago no había vuelto. Cansados y
soñolientos, los discípulos se acostaron y se durmieron. Al otro día la vela
estaba apagada. La encendieron de nuevo.
El mago apareció
inmediatamente y les dijo:
-¿Por qué me han
desobedecido?
Los discípulos
negaron:
-De veras, no hemos
dormido. ¿Cómo iba a apagarse la luz?
El mago les
dijo:
-Quince leguas erré en
la oscuridad de los desiertos tibetanos y ahora quieren
engañarme
Esto atemorizó a los
discípulos.
Anónimo
Chino - Richard Wilhelm
Tinha uma vez um homem que pertencia à
seita do Loto Branco. Muitos, desejosos de dominar as artes tenebrosas,
tomavam-no por maestro. Um dia o mago quis sair.
Então colocou no vestíbulo uma malga
coberta com outra malga e ordenou aos discípulos que os cuidassem. Disse-lhes
que não descobrissem as malgas nem vissem o que tinha adentro.
Mal se afastou, levantaram a tampa e
viram que na malga tinha água pura e no água um barquinho de palha, com mastros
e vela. Surpresos, empurraram-no com o dedo. O barco se volcou. De pressa o
endereçaram e voltaram a tampar a malga.
O mago apareceu imediatamente e lhes
disse:
-Por que me desobedeceram?
Os discípulos se puseram de pé e
negaram. O mago declarou:
-Minha nave naufragou na fronteira do Mar
Amarelo.
Como se atrevem a enganar-me?
Uma tarde, acendeu num rincão do pátio
uma pequena vela. Ordenou-lhes que a cuidassem do vento. Tinha passado a segunda
vigília e o mago não tinha voltado. Cansados e soñolientos, os discípulos se
acostaron e se dormiram. Ao outro dia a vela estava apagada. ACENDERAM-NA de
novo.
O mago apareceu imediatamente e lhes
disse:
-Por que me desobedeceram? Os
discípulos negaram:
-Deveras, não dormimos. Como ia
apagar-se a luz?
O mago lhes disse:
-Quinze léguas errei na escuridão dos
desertos tibetanos e agora querem enganar-me
Isto atemorizou aos discípulos.
Anónimo Chino - Richard Wilhelm
-
Tradução Kassandra Orama
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