24/06/2015

LA CEREMONIA DEL FUEGO


El gran protagonista de la Noche de San Juan es el fuego, cuyo fin no sólo es rendir tributo al sol, sino también purificar los pecados del hombre.
En America Latina, la fogata principal se realiza la tarde del 23 de Junio en pleno centro de la ciudad, ante una verdadera multitud. Se utiliza gran cantidad de aserrín, paja y ramas para formar la enorme pira, en cuyo tope se emplaza el tradicional muñeco de paja. Antes de encender la fogata dispararan bombas de estruendo en reemplazo de los gritos que antiguamente se proferían para ahuyentar los malos espíritus, y una vez que las llamas iluminaban el lugar, se lanzan fuegos artificiales.
Antiguamente se realizaban fogatas más reducidas en las que se calentaban papas o batatas, que luego eran ofrecidas a los asistentes para así asegurarles alimento suficiente durante todo el año. También se arrojaban a las llamas ropas viejas, papeles, y cualquier objeto que representara un mal recuerdo, y así se exorcizaban los malos sucesos de los doce meses anteriores.
Otra costumbre relacionada con la Noche de San Juan es la caminata sobre el fuego. Los devotos preparan caminos de brasas de dos metros de largo por un metro de ancho y caminan descalzos sobre ellos sin sufrir daños. La celebración es acompañada con bailes, comidas y bebidas.
En la Peninsula Iberica, los festivales o celebraciones que tienen como centro el fuego son muy numerosos a lo largo de todo el año, extendiéndose por cada uno de los rincones de la vieja Europa, sin embargo varias ocasiones son las que concentran un mayor número de estas fiestas rituales: los equinoccios y solsticios son estos momentos, siendo especialmente los últimos los más prolíficos.

El solsticio astronómico no siempre coincide con la fecha en la que actualmente celebramos San Juan, siendo habitualmente el 21 de junio el día del astronómico, concretamente este año tuvo lugar a las 3.48 de la madrugada que discurría entre el 20 y el 21 de este mes. El fuego es el principal representante del astro solar en la tierra por lo que si el culto al sol está muy extendido, ni que decir tiene que los rituales que tienen al fuego como protagonista son innumerables. La hoguera de San Juan se enmarca dentro de las celebraciones que tienen como centro el solsticio estival y constituyen el comienzo de un tiempo fundamental para la subsistencia de las sociedades antiguas y modernas, puesto que es el momento de la recolección de las cosechas. Como en tantas otras ocasiones han alcanzado gran fama las fiestas de San Juan, pero nos olvidamos terriblemente de la importancia que esta noche ha tenido a lo largo de la historia.

El fuego es un elemento purificador, liberador y regenerador, desde antiguo se apelaba a él para librase de numerosos males, desde la brujería pasando por los malos espíritus hasta las plagas sobre las cosechas. También posee el fuego la facultad de ahuyentar al rayo, el granizo o las tormentas, como vemos son en ocasiones los propios elementos los que se creen de utilidad para librarse de otros fenómenos. Las ramas quemadas en los festivales de fuego se solían guardar en las casas, al creerse que se preservaba así al hogar del poder destructivo de las llamas. Cuando en los diversos lugares de Europa aparecían epidemias que atacaban a los animales domésticos como la vaca, el caballo o el cerdo se encendían un tipo de fuegos que se denominan de auxilio.

Son cuantiosos los pueblos que encienden hogueras y hacen pasar por delante de ellas a toda la cabaña del pueblo, en un afán purificador. En Cantabria existe, como en otros muchos lugares, la costumbre de saltar la hoguera en esta mágica noche, práctica de la cual nos dan noticias muchos autores de la antigüedad, entre ellos Ovidio. Saltar sobre las hogueras, pisar las cenizas aún candentes, danzar a su alrededor, hacer pasar junto a ellas a la cabaña o llevar el fuego por los campos de cultivo del pueblo para purificar la cosecha, son prácticas que aún hoy se conservan en ciertas zonas europeas y, por supuesto, en Cantabria, el sol de San Juan quita el reúma y alivia el mal.

En la noche de San Juan se intenta que el sol brille con fuerza durante la estación que comienza para facilitar la maduración de los frutos y la recogida fructífera de las cosechas. Es, por tanto, el astro el principal protagonista.

Pero de nuevo nos encontramos ante una gran paradoja, identificamos una fiesta profundamente pagana con un Santo del mundo cristiano, que si con algo puede relacionarse es con otro elemento básico como el agua, (sobre manera cuando según dice el adagio popular Agua de por San Juan, quita vino y no da pan). 

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